«Los itinerarios vitales de Valentín Florentín discurren y se bifurcan por la llanura espaciosa de su curiosidad, de su sensibilidad abierta y de su empeño. Pero, entre todas sus actividades, la acuarela habita el rincón más exquisito y personal de su biografía, en el paisaje de los afectos y los sueños.
Desde la realidad y la imaginación, en la paleta de Valentín Florentín se van amasando cielos románticos que acogen árboles invernales, tortuosos, inquietantes. Y una música de dorados y violetas, muy bien trabajados, que difunden muchos ocasos por el entramado de los caminos.
Siempre, casi siempre, caminos. Y la presencia viva de los árboles –hermosamente trazados con un dibujo limpio– tutelares o trágicos. Y muy a menudo los ocres, tierras y dorados se armonizan creando un mundo de otoño teñido de silenciosa melancolía, a manera de paisajes evocados, perdidos.
Una vibración, un toque impresionista recorre toda la obra, donde la luz aprisiona el instante.”
MERCHE CABALLUD.
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Valentín Florentín – Geografías Personales
«Los itinerarios vitales de Valentín Florentín discurren y se bifurcan por la llanura espaciosa de su curiosidad, de su sensibilidad abierta y de su empeño. Pero, entre todas sus actividades, la acuarela habita el rincón más exquisito y personal de su biografía, en el paisaje de los afectos y los sueños.
Desde la realidad y la imaginación, en la paleta de Valentín Florentín se van amasando cielos románticos que acogen árboles invernales, tortuosos, inquietantes. Y una música de dorados y violetas, muy bien trabajados, que difunden muchos ocasos por el entramado de los caminos.
Siempre, casi siempre, caminos. Y la presencia viva de los árboles –hermosamente trazados con un dibujo limpio– tutelares o trágicos. Y muy a menudo los ocres, tierras y dorados se armonizan creando un mundo de otoño teñido de silenciosa melancolía, a manera de paisajes evocados, perdidos.
Una vibración, un toque impresionista recorre toda la obra, donde la luz aprisiona el instante.”
MERCHE CABALLUD.